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Cómo determinar las necesidades de agua de una planta (Parte 2)

En el primer artículo vimos cómo determinar las necesidades de agua de una planta partiendo de un entorno ideal. Las cantidades y frecuencias de riego dependen de la etapa de desarrollo de la planta (germinación, planta joven, adulta), así como de su categoría de necesidad de agua (baja, moderada, semi-abundante, abundante). Sin embargo, estas recomendaciones se aplicaban en condiciones teóricas: temperatura de 19°C, humedad del 60 % y viento moderado de 5 km/h. Pero en realidad, una multitud de factores externos influyen en la cantidad y la frecuencia de riego necesarias para una planta. En este artículo, exploraremos estas influencias para ajustar tus prácticas diarias.

Factores externos que influyen en la cantidad de riego

La lluvia es el principal factor a tener en cuenta para ajustar la cantidad de agua proporcionada si cultivas al aire libre. Una regla simple: 1 mm de lluvia corresponde a 1 litro de agua por metro cuadrado. Ejemplo: Si tu planta necesita 10 L/m² y ha llovido 1 mm en 24 horas, solo tendrás que aportar 9 L de agua. Un pluviómetro o las previsiones meteorológicas locales pueden ayudarte a medir estas precipitaciones. Utilizar agua de lluvia para regar en parte tu huerto es la mejor práctica para ahorrar en consumo. Ventaja adicional: las plantas prefieren el agua de lluvia por su ausencia de cal y su pH ligeramente ácido.

Factores externos que influyen en la frecuencia de riego

1. La temperatura

Lógicamente, es el primer factor que viene a la mente. El calor acelera la evaporación y aumenta el consumo de agua de la planta:
  • Entre 24°C y 29°C: Resta 1 día al intervalo teórico entre dos riegos.
  • Entre 29°C y 35°C: Resta 2 días.
  • Por encima de 35°C: Resta 3 días.
Ejemplo: El 1 de enero debes regar una planta de albahaca, su frecuencia teórica de riego es de 7 días, lo que lleva al 8 de enero. Pero si hace 26°C el 3 de enero, la próxima fecha de riego será el 7 de enero.

2. El acolchado

El acolchado permite limitar la evaporación del agua y conservar la humedad en el suelo. Sin acolchado, hay que regar un
25 % más frecuentemente.

3. El tipo de suelo

La naturaleza del suelo influye en la retención de agua, de manera positiva o negativa. Un suelo "normal" es un suelo humífero, es decir, más bien oscuro, con drenaje moderado y medianamente compacto. Comparado con este suelo, existen otros:
  • Suelo arenoso: Tierra imposible de compactar, muy ligera. El agua se infiltra y evapora muy rápidamente; hay que regar un 50 % más frecuentemente.
  • Suelo calcáreo: Tierra polvorienta al tacto. El agua se evapora un poco más rápidamente; hay que regar un 20 % más frecuentemente.
  • Suelo arcilloso: Este suelo es pesado y muy compacto, fácilmente moldeable con un poco de agua. Retiene más agua; hay que regar un 20 % menos frecuentemente.
En la realidad, un suelo nunca está compuesto al 100 % de un mismo elemento; son mezclas, pero puedes estimarlo por observación y tacto para saber en qué categoría se encuentra. Para profesionales, existen laboratorios de análisis agrícola que permiten conocer la naturaleza exacta del suelo.

4. La ubicación del cultivo

El lugar donde crece tu planta influye en la rapidez con la que se evapora el agua, especialmente debido al viento, la exposición al calor del sol y la profundidad del suelo:
  • Invernadero o exterior: Se mantiene la frecuencia normal base.
  • Interior: Las plantas cultivadas en interiores requieren un riego un 50 % menos frecuente.
Ejemplo: Una planta de albahaca en el exterior tendrá una frecuencia de riego de 7 días, en interior de 11 días.

5. La humedad del aire

La humedad ambiental también influye en la frecuencia de riego:
  • Inferior al 30 %: Resta 1 día al intervalo teórico.
  • Superior al 80 %: Suma 1 día al intervalo teórico.

Conclusión

Tener en cuenta estos factores externos es esencial para ajustar tus riegos lo más cerca posible de las necesidades reales de tus plantas. Una planta bien regada es una planta saludable, capaz de dar lo mejor de sí misma.

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